"EL GALLINERO"

DARÍO DE REGOYOS. "El gallinero" (1912)
65x55. Óleo sobre lienzo
Pues de este cuadro proviene la denominación de nuestra Gallinoteca: "El Gallinero",del pintor asturiano Darío de Regoyos". Fue pintado en
en 1912. Las medidas del cuadro son de 65x54. Con respecto al material y la técnica utilizada es una pintura hecha en óleo sobre lienzo. Es un cuadro que englobamos en el período postimpresionista.
La pintura de Regoyos tiene dos tendencias diferenciadas: íntima y crítica. En la primera tendencia se acude a recuerdos y a momentos o instantes, por ejemplo, El gallinero o Recogiendo fresas. En la tendencia crítica los tonos son más oscuros y se llega a acercar al expresionismo.
La obra es un paisaje y muestra el gusto típico de la pintura del período impresionista por pintar al aire libre. El Gallinero muestra en todo su esplendor el plenairismo característico de buena parte de la obra de Regoyos, mucho menos divisionista que sus obras anteriores. El pintor se reconocía e identificaba claramente con el Impresionismo, pero en esta obra observamos una tendencia clara del puntillismo y, por lo tanto, parte del período postimpresionista. En esta obra no hay espiritualismo, ni una complacencia tenebrista. Su objetivo es captar las vibraciones de la naturaleza en un paisaje libre.
A Dario de Regoyos le gustaban las cosas de la vida cotidiana, por lo que tomaba apuntes en cualquier lugar y escenario, a diferencia de los impresionistas franceses, que seleccionaban con mucho cuidado el paisaje que iban a representar, huyendo de escenas costumbristas y representaciones que pudieran “despistar” al espectador de lo principal del cuadro: la captación de un momento de luz.
Este cuadro fue una adquisición por el nuevo Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid, nombrado por la República, para paliar la escasez de ejemplos del arte español más vivo. Hasta entonces no había habido antes una obra de Regoyos en un museo.
COMPOSICIÓN:
El cuadro está organizado gracias a la estructura de listones de la parte central de la obra que forman el gallinero. Esto hace que divida la obra en compartimentos regulares que ordenen la escena, además de crear franjas paralelas de color que dan un ritmo especial gracias al tratamiento de la luz y las sombras.
Se observa un mayor equilibrio y madurez, este cuadro se sitúa en el estilo más turbulento, que Regoyos había desarrollado en los años primeros de su carrera, cuando formaba parte de los grupos más innovadores de la pintura belga y francesa. En cuanto a la influencia francesa, se observa claramente en el gusto por el paisajismo afín al Impresionismo e incluso a la escuela Puntillista.
Se muestra un interés por el neoimpresionismo y el divisionismo, existiendo una preocupación por los volúmenes, el orden y la claridad, experimenta con el puntillismo; convirtiéndose en el único artista español que trabajó con esta técnica. Sus obras se caracterizaban por una preocupación por el volumen, el orden y la claridad; separación de colores en puntos concretos, vuelta a los principios clásicos de composición, es decir, el equilibrio, la proporción, la unidad…; todas ellas, características propias del Neoimpresionismo.
Regoyos da un paso más en su pintura y se acerca a tendencias “naif”, incluyendo elementos anecdóticos como las gallinas o el huerto de hortalizas en primer plano.
TRATAMIENTO DE LOS MOTIVOS:
En este caso destacamos la figura de las cuatro gallinas situadas en segundo plano, en el centro ligeramente hacia la derecha; y otras cuatro gallinas detrás. Se muestran como figuras serenas, no necesariamente estáticas, sino con cierto dinamismo. Las ocho gallinas están situadas comiendo los granos de cereal del suelo, mirando hacia el mismo, ninguna se sitúa mirando hacia al frente ni en otra posición. El elemento anecdótico como son las gallinas se acerca a las tendencias “naif” posteriores.
DIBUJO:
En cuanto al dibujo, los elementos del cuadro no están delimitados por contornos, ni son formas muy definidas. Esta característica es propia de las pinturas impresionistas y del período postimpresionista, aunque la pincelada no tiene el mismo dinamismo como las de otros autores impresionistas.
LÍNEAS DE FUGA:
La cercanía o lejanía de los árboles o las montañas nos marcan perspectiva. En cuanto a las líneas de fuga encontramos a la izquierda como una especie de huerto y otra tapia, que delimita todo el gallinero junto con la disposición del propio gallinero a la derecha, que sigue las mismas líneas de fuga.
PERSPECTIVA:
Nos encontramos ante una perspectiva aérea y delimitamos los diferentes planos , que por su cromatismo y disposición forman la perspectiva de la obra.
En primer plano se encuentra el huerto y un árbol.
En un segundo sitúa el corral, los árboles y el gallinero. Los árboles y la posición del gallinero que marca la línea de fuga del huerto situado a la izquierda es lo que da profundidad.
Detrás vendrá la tapia y la ropa tendida. La tapia supone la ruptura de otro plano.
Para continuar, el caserío del pueblo.
El último plano corresponde con las montañas y el cielo.
Además de estos espacios representados y que le sirven para ordenar el espacio formal de la obra, le sirven para compartimentar la pintura en franjas paralelas de color que dan un ritmo especial, gracias al tratamiento de la luz y las sombras.
COLOR:
Con su minuciosa retina recupera las manchas intensas y minúsculas de las flores en las praderas. En su obra destaca la utilización de la luz y el color; pero a diferencia de Sorolla, experimenta con otras tendencias artísticas como el simbolismo. Es importante la captación del momento de luz pero ya observamos características del neoimpresionismo.
Las tonalidades malvas para las sombras y el efecto atmosférico que se crea en ese ambiente es influencia clara de los impresionistas.
Contrasta lo vanguardista que es en el uso de los colores y una luz que recuerda, en las tonalidades de las sombras y el efecto atmosférico a Renoir y Monet, al tiempo que su dibujo resulta primario, casi naif, como lo demuestra la disposición de las gallinas en primer plano.
Nos encontramos con una paleta clara y una técnica a base de pequeños toques de pincel, rápidos y cortantes, simulando puntos debido a esa influencia puntillista. Su pincelada no lograba esa sensación de movimiento que perseguían los impresionistas franceses. Las manchas de color de Regoyos dan una sensación de calma, sin un contorno excesivamente definido pero algo más que en otras pinturas impresionistas francesas.
El pintor escribió en el “Mercure de France” en 1905: “Si volviera a comenzar mi vida volvería a utilizar una paleta clara, sin tierras y sin negros, y sólo haría paisaje, entregándome completamente a las impresiones que recibiera de la naturaleza”. Este cuadro es algo posterior, de 1912, y realmente sigue llevando esa línea. En el cuadro las sombras no son completamente negras ni grises, sino más mezcladas, con los colores complementarios.
LUZ:
Fresca luminosidad, heredada de los gustos imperantes en la pintura del paisaje propios del impresionismo, pero queriendo plasmar las entreluces veladas del norte donde la luz mima los colores y no los maltratan. Las tonalidades brillantes se adueñan de la luz y también de la composición, por lo que se hace eco de artistas como Monet y Renoir. Las sombras en tonalidades malvas se adueñan de la composición y de la luz, así como el efecto generado en el cielo.